MI MUNDO
INEXISTENTE
Era un viernes de diciembre, una tarde fría y gris… el lugar estaba muy
tranquilo pareciera como si nada pudiera pasar. Esperaba el trasporte que me
llevaría a algún lugar, el transporte jalado por gente muerta, que pareciera
viva, lo único que hacia la diferencia es que los muertos no sienten, no
piensan, solo eran guiados por sus instintos de comer cerebros, la manera en
que estos “obedecían” es porque se ponía un trozo de carne frente a ellos de
manera que jamás lo alcanzarían… y así solo caminaban y caminaban de tal manera
que jalaban nuestro transporte para llevarnos a nuestro destino.
Todo era normal, por las calles gente recién muerta, tirados en el
asfalto comidos por los llamados caminantes, nada que pudiera sorprendernos a
lo demás pasajeros y a mí.
Seguíamos nuestro camino, de la nada se escuchaban gritos, disparos… era
gente queriendo salvarse de una vida a la que muchos ya nos habíamos
acostumbrado.
Minutos después de lo que pareciera un paseo, unos gritos lejanos se
escuchaban, esta vez no eran de auxilio, eran gritos de conmoción, exaltación,
¡turbación!
Conforme fuimos avanzando se empezaron a distinguir otros ruidos como de
tambores, trompetas, ¡música! Nos acercábamos cada vez más a ese lugar que con
ansia deseaba ver. Mire con mucha atención, como si todo se volviera secundario
y mis ojos solo se enfocaran en ello.
Estando de frente vi un enorme bloque en forma de curva. Era nada más ni
menos que haber encontrado mi paz interior, era lo que imaginaba que era, un
estadio de futbol donde gente como yo era feliz.
Anuncie al encargado del transporte
que parara, que me quedaría en ese lugar. Hecho así camine hacia la entrada de
aquel lugar, estaba infestado de criaturas come cerebros que extrañamente no me
hacían el mas mínimo esfuerzo por atraparme o comerme, eso me sorprendió pero
pase desapercibido, ya que no era mi
objetivo.
Por fin logre entrar al estadio, mi expresión facial cambio, mi
felicidad se notaba a kilómetros de distancia. Parecía que aquel mundo que era
felicidad, donde tenía amigos, familia, donde salíamos a divertirnos… había
regresado.
Me informe que es lo que estaba pasando, un aficionado me dijo. -¿Qué no
sabes? Nuestra selección está jugando su pase a la final del mundial, y no solo
eso, estamos ganando 2 goles a 1. No me lo podía creer estaba pasando lo que
imagine que solo en otra vida pasaría.
Pasaron los 90 minutos de juego, ¡estábamos en una final mundialista!
Todo era jubilo la gente bailaba, gritaba, tiraba sus bebidas y se abrazaban
sin ni siquiera conocerse. De repente empezó a escucharse una serie de balazos,
todo el mundo ahí empezó a correr. Yo Salí solo un poco para ver lo que pasaba,
eran humanos, como yo y toda la gente ahí, atacándonos. Mi pregunta era ¿Por
qué nos atacan?
Me escondí en un rincón, solo observaba lo que pasaba, como uno a uno
iban cayendo, cuando de repente sentí un fuerte golpe en la cabeza y lo último
que mire fue una imagen negra.
Yo creí que despertaba, estaba tirada entre gente muerta, mire mis manos
y note que no era un color natural, mi piel era obscura, casi morada, mire mi ropa, era tan parecida a la gente
infectada, partes de mi cuerpo rasgados como si hubiese peleado con alguien,
como si hubiera luchado por sobrevivir… esa era yo.
Todo el tiempo creyendo que era una sobreviviente más… cuando en
realidad era un ser muerto, sin razón, viviendo la realidad.
En ese momento abrí los ojos, gracias a unos pequeños golpes que sentía
en mi cabeza, lo primero que observe fue un semáforo, autos, a través del vidrio de una ventana, al fondo
se escuchaba un tipo de música, personas platicando, un timbre y una voz que
decía “re-córranse por favor”.
Abrí por completo los ojos y me observe que iba en un camión
urbano, que todo había sido un sueño,
que me adentre en otra vida, en otro mundo. Un mundo que yo construí… en mi mundo inexistente.
KARLA LOPEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario