El lunes que dejo de ser cotidiano
Era
un lunes soleado tan cotidiano como los demás. Doña luz, chef de alto
prestigio, abrió su cocina a las seis. Saco del gabinete principal su filipina
y una serie de cuchillos que estaban en su estuche de madera, los coloco sobre
la mesa y los ordeno de mayor a menor.
Era
muy alegre, te imprimía una confianza enorme, pero su mirada te decía que algo
no estaba bien.
Cuando
tenía todos los utensilios dispuestos
comenzó a cocinar. Parecía no pensar en lo que hacia y trabajaba con
obstinación, picando verdura en la tabla incluso cuando no se servía de ella.
Pasadas
las 9 hizo una pausa y se sentó a pensar en aquello que le aquejaba cerro los
ojos y comenzó a ver como poco a poco se
estaba acabando, tal era la desesperación que se levantó, tomo un cuchillo y
pensó en el suicido, pero una fuerza mayor la detuvo.
Pasando
9 meses y con la misma rutina, un lunes por la mañana no fue como los demás, ese lunes era nublado, todo silencioso, todo muy
pacifico.
Doña
luz postrada en la cama sin poder hacer algún esfuerzo se sentía desesperada,
claro eso que la aquejaba era muy malo, era
esa enfermedad tan temida, comenzó a hablar por teléfono con sus
familiares, se quería despedir.
Paso
un largo tiempo e inesperadamente llamaron a la puerta, ella sin poder moverse
por tanto dolor, trato de llegar, al tocar la perilla se desvaneció como hoja
ceca caída de un árbol. El amor de su vida ya no pudo hacer más ni siquiera
despedirse.
El
cáncer termino con ella.
JUAN ANTONIO SALAZAR CONTRERAS
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